Para una conservación óptima del jamón y mantener las características organolépticas, debemos guardarlo en un lugar fresco y seco. Debemos evitar lugares donde haya luz directa. La temperatura idónea está entre los 10 y los 15 grados y siempre lejos de objetos que desprendan calor.
El jamón, no debe ser envuelto, tenemos que déjalo respirar y sudar. La mejor opción es poner tocino sobre de la parte cortada, así, evitamos que el jamón entre en contacto con el aire y se oxide. También puedes colocar un paño de algodón encima del jamón cuando no lo vamos a cortar.
Se aconseja empezar el jamón en los dos primeros meses después de haberlo comprado y consumirlo, máximo, un mes después de empezarlo. Es importante cortar solo lo que se vaya a consumir en el momento porque tiene mejor sabor recién cortado, y si te sobran lonchas, guardarlas en el frigorífico cubiertas con un papel film, y antes de consumirlas de nuevo, sácalas media hora antes para que alcancen la temperatura adecuada.